Tal vez se te ha pasado por la cabeza que dejar de comer podría ayudarte a alcanzar aquella meta física que tienes en mente… ¡no lo hagas! Los riesgos que corre tu organismo al decidir privarte de comida son realmente peligrosos, tanto física como psicológicamente. En este artículo te contamos un poco de lo que pasa si dejamos de comer para bajar de peso.
Si prestamos atención a lo que vemos en la Tv, en las redes sociales, o en lo que comentan nuestros amigos, podemos comprobar que existe una serie de criterios de lo que se considera bello. La sociedad en la que vivimos nos muestra constantemente modelos inalcanzables que suponen ser los correctos. Uno de aquellos mensajes se resume en “mantener la línea”, un mensaje que nos llega por todas partes. Casi nunca el impacto de este mensaje es realmente positivo.
Pensar en mantener la línea ha llevado a muchas personas, mujeres y hombres de todas las edades, a someterse a dietas, ejercicios y hábitos que no siempre se encaminan al bienestar del cuerpo y la mente. A veces podemos recurrir a métodos equivocados. Uno de ellos es el de restringir nuestra alimentación de forma brusca. Dejar de comer de un momento a otro podría resultar contraproducente para tu salud. Para explicarlo, hablemos acerca de qué pasa en nuestro cuerpo si dejamos de comer para bajar de peso.
¿Qué ocurre si dejo de comer para bajar de peso?
Cuando no se le brinda alimento al organismo para que funcione correctamente, no solo puede haber complicaciones, sino que el resultado puede ser fatal. Una cosa es disminuir la cantidad de alimentos, para poder tener un índice de masa corporal saludable, y otra cosa es no comer casi nada, para poder lucir un aspecto que no se ajusta a la realidad del cuerpo.
De acuerdo con un artículo titulado Nutritional complications and its effects on human health, al no comer se van desencadenando progresivamente una serie de procesos orgánicos perjudiciales para la salud a los que vale la pena prestar atención.
Los cambios que tu cuerpo sufriría al dejar de comer serían paulatinos y por fases.
Primero habría una caída de glucógeno a las cinco o seis horas de no probar alimento alguno. El glucógeno es la sustancia que transforma los alimentos en energía para el cuerpo, los músculos y el cerebro. Ante su ausencia, comenzarías a sentirte cada vez más débil.
Tal nivel de energía afectaría sin precedentes tu función cognitiva y tu estado de ánimo. En ese sentido, podrías sentirte malhumorado y con dificultad para concentrarte y hacer todas tus tareas con normalidad.
A partir del tercer día tu cuerpo pondría en funcionamiento un proceso para romper las proteínas, con el objetivo de obtener aminoácidos para extraer suficiente glucosa como para alimentar al cerebro. Aunque eso tal vez pueda sonar positivo, en realidad el cuerpo se está consumiendo a sí mismo, pues está alimentándose de su propia masa muscular.
A la tercera semana de no comer o de hacerlo en cantidades mínimas, tu vida correría peligro. Ocurren diversas reacciones como disminución de la libido, desequilibrio hormonal y pérdida de densidad ósea. Debido a la falta de vitaminas y minerales, el sistema inmunológico se debilita, al igual que muchos órganos vitales, como el corazón. Esto terminaría comprometiendo tu vida.
Buscar ayuda profesional
Está claro que los problemas de salud con respecto al peso son un problema de salud pública a nivel mundial que debe combatirse. No obstante, para adelgazar lo mejor es seguir las indicaciones del especialista. El profesional propondrá soluciones adecuadas, sin poner en riesgo tu salud.
Dejar de comer NUNCA será la solución.
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